Casos así, haberlos, haylos. Pero son una minoría. Sí, son una minoría, aunque de tanto hablar de ellos parezcan una mayoría. La mayoría de padres que tienen que pagar pensión, la pagan. Y la mayoría de madres dejan ver a sus hijos.
“Yo no voy a ser quien te haga ver que esto no es una guerra” (de la canción Tormentas de McEnroe).
¿Por qué nos gusta tanto la guerra? Azuzar, contar casos escabrosos (siempre los hay), desconfiar, desligar niños y ex. ¿Por qué? ¿Por qué no hablamos más de la gente que conocemos y lo lleva bien? La gente que no ha necesitado de un juez para redactar el convenio (más del 70% de las separaciones son de mutuo acuerdo) o que incluso no ha redactado convenio. La gente que encuentra soluciones imaginativas. La gente que es flexible, que sabe adaptarse a los cambios. Existe.
Yo cuando me separé, me junté con esa gente. Yo no quería más guerra, ya había tenido bastante con separarme.
Y un par de años después, escribí un libro con Emilio, un amigo. Me parecía que se podía evitar mucho sufrimiento (suena moña, lo sé, pero es cierto). Yo tuve suerte de tener gente con la que tomar ese café, pero mucha gente no tiene gente cerca que haya pasado por eso.
Custodia consensuada. Esa es la clave. Si quieres conocer gente que, a pesar de los pesares (y son muchos los pesares), no ha convertido la separación en una guerra, yo entrevisté a 11. Aquí los tienes: 11 colores.
Porque esa es otra: para custodias, colores.
Cuando te separas, caben todas las opciones que se te ocurran. Cada caso es un mundo y por eso cada caso exige soluciones diferentes. Y mientras sean medidas consensuadas, no hay problema. Así nos lo corroboró Sergio (el abogado que entrevistamos para el libro): “…Es muy difícil que un juez rechace un acuerdo consensuado por el padre y la madre… El consenso en estos casos es todo. Si lo quieren los padres, mal voy a hacer yo al pequeño si obstaculizo eso…”.
Y ya que estoy citando, unas preciosas palabras que nos dejó una lectora: “…el libro, además de sustentarse en un buen trabajo etnográfico y estar escrito de manera amable y nada pretenciosa, para mí es una forma de encarar la vida. Ni más ni menos, o a mí eso me parece, como esta editorial: una forma de entender la lectura, la edición y la crianza. Felicidades por esta pequeña bonita obra y, sobre todo, útil y muy recomendable.”
Pues eso. Una separación no es una guerra, no ha de serlo. Si estás en ello, evítalo. Y si tienes alguien cerca que está en ello, ayúdale a que no lo sea.
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